sábado, 18 de febrero de 2017

ASIGNATURA PENDIENTE

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Hildelfonso Pedreros se encomendaba a todos los santos oficiales que conocía y a los extraoficiales e inventados por la refranero  popular, no era para menos pues tenia un gran dilema que su intelecto por si solo no podía dilucidar, hizo una pausa en su incesante calcular, las manos ya le dolían de tanto garabatear y borrar, así había estado toda la mañana... no es que Hildelfonso fuera un ciudadano mas que apenas había terminado la enseñanza media... no, el tenia en su haber tres carreras profesionales; filósofo, matemático e historiador, todas ellas con sus respectivas especializaciones, en las paredes de su estudio se colgaban mas doctorados que en el aparador de honor de el mas prestigioso de los hospitales, el si que era toda una eminencia en asuntos de intelecto superior y jamás en su vida renunciaba a un reto... pero esa mañana no parecía el mismo de todos los días.

__san pascual bailón, santa librada bendita, virgen del agarradero ven en mi auxilio primero ¡sacadme de este cruel dilema que obstruye por completo mi gran intelecto!_ se paseaba de manera incesante por todo su estudio, tomaba libros de aquí y allá, luego de no encontrar respuestas terminaba tirandolos sin mirar donde caían o que cosa derribaban o rompía, estaba totalmente desconocido, quienes lo conocían de toda su vida (seguidores y detractores) nunca pensarían que fuera capaz de transformarse así victima de la impotencia, parecía poseído por espíritus burlones, todos sus preciados libros, portafolios, libretas de apuntes estaban regados por todas partes, su premio nobel de matemáticas estaba sepultado  quien sabe donde... a Hildelfonso Pedreros solo le quedaba una solución; renunciar a su mas reciente reto y reconocer por vez primera que había fracasado y en un asunto aparentemente banal.
en la soledad de su desorden se tumbó sobre el sofá y con sus manos en su rostro se puso a llorar.

La vieja criada que todos los sábados llegaba a limpiar el polvo a todos su reconocimientos quedó atónita al ver semejante desorden... le costó reconocer a su patrón tan indefenso como un niño regañado y menos oírlo llorar de manera desconsolada, antes de comenzar su trabajo se sentó a su lado y lo abrazo para decirle;
__ a ver doctorcito, cuentele a esta vieja que le pasa, yo se que no tengo toda esa inteligencia que usted tiene, pero se que desahogarse alivia un poco la carga y quién sabe, tal vez encuentre las respuestas que tanto le gustan a usted encontrar... no me mire así, lo conozco desde hace muchos años, siempre le he tenido cariño lo llevo en mis plegarias de todos los días... dejeme oír sus penas.

__¡ay mi noble sierva! la mas dura de las pruebas ha llegado al fin, el reto que está a punto de hacerme probar el fracaso estruendoso, un banal asunto pagano para mi intelecto superior hizo que cuestione por entero toda la sapiencia que dicen que poseo...mi noble Clementina, mucho temo que ella me ha robado algo mas que el dicernimiento lógico, me ha traído toda la mañana por el camino sombrío e ignoto del deseo de verla, ¡estoy perdido!
__ ¿ha dicho ella? ¿se refiere a una señorita?_ preguntaba ella tratando de saber un poco más.
__ oh no Clementina, no es ninguna de esas bellas jovencitas que vienen a pedir ayuda con sus dudas académicas... no, es una dama con unos años menor que yo, su porte y señorío están en mi mente desde hace tres noches, sus ojos serenos y sus labios trastornan mis pensamientos... y no es que sea una dama corriente... ¿ves lo que te digo? he perdido toda mi capacidad de razonar ¡estoy perdido!

La criada ya sabía que le estaba pasando al ilustre y docto profesor  entonces se puso a reír mientras recogía los libros, era lo mas lógico para empezar por algún lado.
__no se ponga así doctor, lo que usted tiene tarde o temprano nos ha pasado a todos, seamos pobres, ricos, estudiados o no como usted, es como un resfriado, eso no hace discriminación de clase como dice usted... antes se había demorado e contagiarse, es como la justicia para nosotros los pobres, cojea, pero tarde o temprano de que llega, llega... ¡pero anímese doctor! aunque no tenga cura se puede disfrutar si así lo quiere._ Hildelfonso comenzó a reordenár sus voluminosos libros mientras interrogaba a su criada
__ y según tu, ¿cual es esa enfermedad que dices estoy contagiado? seguro conozco la cura para volver a mis asuntos lo mas rápido posible y dejar de pensar en ella... pasame ese libro de cálculos binarios... a ver, ¿que enfermedad tengo?_ le decía un poco burlón sin duda su animo había mejorado un poco 

__ Se llama amor y ante eso no existe cura posible... lo leí de uno de sus libros, su caso es de amor apasionado y verdadero, de esos que solo nos llega una vez en la vida... estos años que tengo encima me han enseñado que lo mejor para esto que le pasa ahora es dejarlo llegar, sin hacer preguntas, disfrutarlo al máximo todo lo que dure, anímese a probarlo, deje por unos días sus diplomas y estudios aquí, no van a salir corriendo eso es lo que le hace falta en sus conocimientos usted tiene pendiente un doctorado por conseguir según veo._
__¿ah si cual?
__el doctorado en una vida feliz, anímese y llamela, seguro que le va a decir que si... ya casi terminamos doctor.

Hildelfonso Pedreros estaba sorprendido; la solución a su dilema mas complejo salía de los labios de la mas común de las mujeres,
__¿porque no? esa es una de mis asignaturas pendientes, muchas gracias Clementina, que haría sin ti
__dejaría pasar una gran oportunidad para ser feliz.

Así fue como el profesor Pedreros le abrió su corazón a la bella dama para encontrar la felicidad que nunca había conocido  
       

martes, 14 de febrero de 2017

EL MISTERIO DEL PARAMO

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Así  como avanzaban las horas lentamente en la fría noche sin luceros, el viento que soplaba desde la sierra chocaba contra las viejas paredes desatando sonidos casi fantasmales que le quiebran el alma a los desprevenidos mortales que cruzan a esa hora por las solitarias calle de los paramos de aquel caserío triste sin aspiraciones de ser humilde pueblo donde las pocas almas del señor subsisten resignadas a una falsa felicidad que suele poseer casi que genéticamente la mayoría de los pobres... así mismo avanzaban las menguadas tropas de infantería casi que muertas de frío y hambre completando el patético cuadro de la desesperanza con la miseria lugareña... pensar en un reposo a esas horas y en ese lugar era practicamente un suicidio, el teniente Robledo miraba desconsolado la hora, un poco mas allá de las doce, le urgía salir de esa zona cuanto antes, el sonido del viento le indicaba que solo cosas macabras llegaban tras esos gemidos.
__¡Avanzar sin descanso! este maldito páramo no es nada bueno ¡avanzar!_ rugía en tono bajo y desesperado casi que cerrando las filas de lo poco que quedo de su tropa, en la parte de abajo, en sentido contrario a su marcha quedaron en el campo de batalla gran parte de sus bravos soldados y a sabiendas que el enemigo les sigue el rastro como el depredador a su alimento... asi como aparecieron por ese misero caserío desaparecieron tras pasar por el barranco del tuerto, luego siguieron varios minutos de funebre silencio donde ni siquiera el viento hizo de las suyas, luego llegaron como caballos desbocados los perseguidores buscando a diestra y siniestra a sus enemigos, tumbaron las pocas puertas en cuestión de segundos hasta que una voz femenina exclamó;
__¡pasaron hace cinco minutos comandante!
__ ¡vamonos! aún podemos darles alcance antes del río, ¡andando!_ ordeno el cabecilla mientras desaparecían del paramo... de nuevo el viento se dejo sentir con esos sonidos fantasmales que ahora se colaban por las puertas abiertas a patadas calando mucho mas frio entre los lugareños, así fue hasta bien entrada la maña a pesar del radiante sol, justo a la hora en que llegó del pueblo el arriero Venancio y le preguntaron si vieron pasar a los soldados
__soldados en el pueblo... no los vemos desde que subieron hacia acá hace quince días... ¿dicen que regresaron anoche? con razón hay alboroto en el pueblo, andan los bandoleros preguntando si los vieron llegar mucho me temo que cayeron por el barranco o se los llevaron las brujas, de cualquier manera que dios los tenga en su gloria._
En horas de la tarde, los habitantes del páramo vieron ir y venir centenares de soldados, escucharon el vuelo de los ruidosos helicópteros durante dos semanas, todos andaban tras la pista del teniente Robledo y sus soldados, una intensa búsqueda que no arrojo resultado alguno.