Desde el balcón, la joven Liliana Trejos Villa, contemplaba los caseríos dispersos sobre las montañas cercanas, a esa hora de la mañana el aire frío parecía quemar sus pulmones, el sol apenas se colaba entre las nubes blancas, era el mas hermoso de los amaneceres que había visto desde que llego a la ciudad tan lejos de su entrañable pueblo de casas blancas entreverado entre las montañas y un frondoso bosque donde su infancia transcurría feliz asombrandose a diario con el canto de muchos pájaros y el arrullo mágico de el riachuelo donde se bañaba imaginando que era la reina de las hadas un dia y al siguiente una princesa en espera de su príncipe valiente con su beso de amor eterno y verdadero ¡que hermoso era todo aquello! se decía para si misma, amaneceres como estos siempre le llenaba el alma de la mas hermosas nostalgias.
Eran precisamente las mañanas como esta, las que le llenaban de animo para afrontar todos los desafíos del día, le renovaban los deseos de luchar por cumplir con todos aquellos sueños que la habían hecho dejar su pueblo natal, sus padres contaban con su disciplina, sus abuelos contaban con que no se olvidara de todos aquellos valores que le enseñaron, sus amigas de infancia contaban con que no se olvidara de ellas y la promesa de volver con sus metas cumplidas, tantas personas pendientes de ella en la distancia, el temor de fallarles la invadía por las noches heladas, por mas que supiera que no sería fácil su camino jamás imaginó que tendría días donde desearía dejar todo tirado y salir huyendo de regreso a su patria chica.
El potente timbre se hizo sentir y Liliana tuvo que cortar de un solo tajo sus añoranzas para salir corriendo a formar parte de esa enorme fila de inmigrantes que trabajan por cuatro para mantener vivas las mas exiguas ilusiones de progreso y bienestar.
La joven secretaria de Atanasio Grajales no podía dar crédito a la negativa de su patrón de ayudar con donaciones a los socorristas de los menos favorecidos, se quedó asombrada al escuchar que con mucho gusto les haría un generoso descuento del 75% en todos aquellos productos que estaban por vencerse
__Que poca calidad cristiana tiene usted Sr. Grajales, poco le importa la necesidad apremiante de los que nada tienen._ decía una voluntaria entrada en años
__piense lo que le de la gana señora, este negocio no es una casa de beneficencia, tengo tres hijos y mas de 100 empleados que dependen de las ventas, no me venga con esos cuentos, puede llevarse lo que desee bajo los términos que ya le dije, hora si no le importa yo si tengo un trabajo productivo que hacer._ la secretaria que lo seguía por todos los pasillos solo le preguntó;
__Perdoneme don Atanasio, ¿no cree que fue un poco dura con esas señoras? mire que hay muchas personas que nada tienen en la vida._
__Simplemente las cosas son así mi querida Monica del pilar, cuanto mas pasa el tiempo mas creemos que nuestro empleo, nuestro amor, nuestros hijos duran para siempre... todas esas cosas que nos ha costado todo un proceso en la vida no nos pertenecen, son cosas prestadas, los amigos y compañeros de estudio y trabajo son prestamos temporales... incluso esos romances también... la vida misma también es un préstamo.. pero quién soy yo para posar de filosofo, psicólogo varado escritor de cursis libritos de superación para idiotas... no señorita, yo no paso de ser un ordinario comerciante que sabe sacarle el máximo provecho al único talento que se me dio, por eso tengo este y otro supermercado, lo mio son las ventas al mayoreo y al menudeo, no tengo tiempo para lamentarme... créame que yo crecí en un barrio de invasión, se lo que es pasar afugias, hambre, se lo que es andar descalzo, esa misma situación me enseño que nadie me regalaria nada en la vida, que los sueños tienen un precio y que si deseas alcanzarlos tienes que pagar el precio, tienes que pagar el derecho a piso en procura de ver realizados todos tus anhelos... no Monica, la caridad y la misericordia son puros inventos de los curas de Italia para explotar a todos sus feligreses... a todos los empleados les consta que se les trata con justicia y se les paga de acuerdo a sus habilidades respetando los mandatos legales, incluso mis hijos saben que si desean quedarse algún día con todo lo que he conseguido hasta ahora, tienen que meter el hombro y empujar el barco, por ellos tenemos casi listo el tercer almacén, estamos creciendo y eso es importante, a usted le consta mi querida Monica que en la medida de lo que puedo trato de emplear la mayor cantidad de personas, trato de enseñarles que nada en este mundo sacro y profano es gratis, yo considero que es mejor ofrecer una oportunidad en vez de hacer mil falsas caridades... y vamos derechito a las bodegas que están entrando los camiones y esos tres que tenemos alla aún les falta mucho pelo para el moño
